Mariano Rajoy. Foto: Elconfidencial) |
(Elconfidencial.com) Dos meses y medio después de las elecciones generales,
Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba han abierto un nuevo duelo, a partir de
la presencia de ambos en Andalucía este fin de semana, aunque en circunstancias
bien distintas al de noviembre. Rajoy, que hoy abre precampaña en la provincia de
Córdoba, se presenta como presidente con un duro ajuste a sus espaldas, y
Rubalcaba llega como superviviente en un partido con numerosos frentes abiertos
y tratando de que uno de sus enemigos internos, José Antonio Griñán, mantenga
el último bastión del partido.
Las recientes declaraciones de Pérez Rubalcaba apoyando la actitud de Rajoy
en la UE en pro de una política soberana que maneje el control del déficit en
función de los intereses nacionales han sido un jarro de agua fría para el PSOE
en Andalucía. De hecho, gran parte de la campaña socialista para el 25 de marzo
se apoya en dos patas: el recurso al voto del miedo por la posible pérdida de
derechos laborales y sociales, con manifestaciones contra la reforma laboral,
declaraciones sobre recortes en el servicio de Dependencia, sanidad y
educación, y en la destrucción de la imagen de Javier Arenas.
El PP, por su parte, lleva bajo el brazo, la permanente erosión del
escándalo de los ERE, y la convicción de que la ola azul llegará a Andalucía
empujada por la firmeza de Rajoy en adoptar medidas que el electorado va a
considerar un sacrificio necesario para salir de la crisis. Asimismo, el
partido de Arenas, confía en el desembarco de ministros para ofrecer así la
sensación de que tiene la influencia del poder del Gobierno de España para
amarrar Andalucía a las soluciones nacionales.
“Peor que esto no hay nada”
“La gente sabe ya de sobra que peor que esto no hay nada”, aseguran en el
equipo de Arenas refiriéndose a la situación de Andalucía después de treinta
años de gobiernos socialistas, y tanto el propio Arenas como Antonio Sanz, su
secretario general, insisten en que “el único miedo posible es a que siga
gobernando el PSOE y con él la corrupción, la ineficacia y la ruina de
Andalucía”.
Sin embargo, hay una campaña que va por barrios y es la que el PSOE ha
puesto en marcha a ras de tierra, de casa en casa, de bar en bar, de pueblo en
pueblo. Para el partido de Griñán es vital amarrar el voto de las zonas
rurales, que es el que sostiene su poder, y mantener la mayoría en Sevilla, la
única provincia en la que le puede ganar al PP y por la que se presenta el
propio Griñán, mientras que Arenas lo hace por Almería.
Escenificando la unidad
El primer golpe de efecto socialista está previsto para mañana, domingo, en
la localidad granadina de Atarfe, donde el partido piensa concentrar a diez mil
personas con Rubalcaba y Griñán en el escenario. Este viernes ya se ha hecho
una representación previa de unidad en un acto público en Cádiz, en el que han
coincidido Griñán y sus peores enemigos, Manuel Chaves y Luis Pizarro,
prometiendo todos “dejarse la piel” para que el actual presidente de la Junta
siga en su despacho.
Rubalcaba y Rajoy visitarán semanalmente Andalucía y en el PP están
convencidos de que este duelo les beneficia. No en balde, cuando Rubalcaba
salió elegido como secretario general del PSOE en el congreso de Sevilla,
Javier Arenas recibió la noticia con una sonrisa e insinuando que el nuevo
líder socialista nada tenía que hacer frente a Rajoy, aludiendo a lo que se
venía encima: la campaña de las andaluzas.
En el entorno de Mariano Rajoy se da por segura la victoria en Andalucía.
Dicen no disponer de encuestas propias, aluden a las que tiene el PSOE, “que
nos dan uno o dos diputados por encima de la mayoría absoluta”, y que obran en
poder de Gaspar Zarrías, y advierten de que los ajustes sociales de Rajoy van a
ser comprendidos por el electorado “como una inversión; es la única forma de
salir de la crisis con garantías”.